Es quizás la joya edilicia más singular que posee la ciudad de Mendoza. Fue inaugurado en 1926, como resultado de la decisión del vitivinicultor español Miguel Escorihuela Gascón. Junto con el Edificio Gómez constituyen un icono de la ciudad, por lo que fue declarado Patrimonio Cultural de la Provincia.

Sus galerías de doble altura tienen bóvedas y tres cúpulas con iluminación cenital mediante claraboyas de vitrales coloridos, con motivos floreales, traídos de Francia. Su torre tiene siete pisos y está coronado por una cúpula en mansarda. El edificio en conjunto es de estilo ecléctico afrancesado con elementos modernistas, como vitrales franceses y decoraciones floreales en la mampostería.