Los Mercedarios, una de las primeras órdenes en llegar a Mendoza, fundaron el convento de la Santa Catalina en 1576, el cual no sólo tuvo acción misionera y apostólica sino también cultural y patriótica. Es el único edificio religioso que no se ubicó en los solares alrededor de la Plaza de Armas, sino que se concretó a cuatro cuadras de ella, en la manzana rodeada por las calles San Luis, Montecaseros, Córdoba e Ituzaingó.