Esta emblemática casa de Mendoza está ubicada frente a los portones del Parque General San Martín y está considerada como la mejor representante del estilo neoplateresco. También es reconocida por los mendocinos por sus tenebrosas leyendas, como la de aquel dueño que vendió su alma al Diablo para no perder su fortuna y después tuvo que reunir a nueve amigos para que simularan que mientras lo estaban velando durante la noche tuvieron que luchar contra el mismo demonio para que no se lo llevara….y ganaron, pues el hombre conservó su alma no pudo conservar su fortuna.

En 1979, sus herederos vendieron la propiedad a una empresa constructora, que inició las tareas de demolición, sin embargo, gracias a las presiones de la comunidad, se paralizaron las mismas. Hacia 1980 la casa pasó a manos de José Lamicela, quien la restauró para dejarla tal como se la conoce ahora. Luego, fue declarada Patrimonio Cultural de la Provincia.