El restaurante está rodeado por acequias que entran y salen de los piletones donde se crían las truchas, en agua de manantial. Quienes no son impresionables, pueden incluso presenciar cómo se atrapa el ejemplar que, después de pasar por las manos del chef, irá directo a su plato.

El restaurante está atendido César, su dueño, chef y desarrollador del proyecto, muy amable, siempre dispuesto a responder todas las preguntas sobre las truchas y su proceso de cría. Además, recorre todas las mesas y enseña a sus clientes a quitarles las espinas a las truchas.

La comida, excelente y creativa, es un menú fijo que consiste en una entrada de paté de trucha, mousse de trucha, pan tumaca y empanadas, y el plato principal, trucha en papillote con papas, todo maridado con un excelente vino blanco de la bodega Jean Rivier de San Rafael. Los postres son un capítulo aparte; según nos contó César, son postres tradicionales argentinos, cuyas recetas fueron tomadas del libro “Cocina ecléctica. Recetas del 1800”, de la escritora Juana Manuela Gorriti. Nosotros optamos por ambrosía (el postre preferido de Sarmiento) y piña bogotana, con café. Se sirve almuerzo y cena a partir de las 13 y 19 horas, respectivamente.

Es importante reservar, para garantizar el lugar, porque tienen una demanda muy alta.

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