Desde su fundación en 1842, fue el lugar de oración para los negros libres o esclavos del estado de Louisiana. A los pocos meses de haberse construido, los negros empezaron a comprar o reservar bancos de la iglesia para ellos y su familia. Los blancos empezaron a hacer lo mismo, iniciando así lo que se conoció como «la guerra de los bancos», que al final ganaron los negros, quienes compraban tres bancos por cada uno que compraran los blancos y además se quedaron con los bancos laterales. Ante semejante avasallamiento, los blancos, en clara desventaja numérica, terminaron por ceder sus puestos a los negros, convirtiendo así a Saint Augustine en un lugar de adoración exclusivo para ellos.