En 1961 se descubrieron en este lugar asombrosas pinturas rupestres hechas presuntamente por aborígenes que se asentaron en esta zona de Matanzas durante el período precolombino. Los trazos circulares color rojo y negro, que parecen describir un extraño calendario solar, fueron declarados, al igual que toda la cueva, Monumento Local en el año 1979.

La cueva, según los estudios, empezó a formarse aproximadamente hace 40.000 años, y de ahí en adelante sirvió de refugio a muchos extraños y necesarios mamíferos, y posteriormente del hombre, quien en su afán de comunicación dejó estampada en la pared su huella en la historia. Alrededor del lugar se han montado reconstrucciones sobre cómo pudo haber sido la vida de estos antiguos aborígenes. Asimismo, el servicio de guía es el encargado de explicar la función de cada uno de los ambientes con los que cuenta la legendaria caverna.