Esta Laguna recibe el mismo nombre que todo el sistema conocido como «Esteros del Iberá». Tiene una superficie de unas 6.000 hectáreas y su nombre deriva del guaraní Yvera que significa «agua resplandeciente» o «agua que brilla».

Sus bordes vegetales y las islas que se observan son «embalsados», carpetas o «colchones» flotantes formadas por un complejo entramado de vegetación acuática que con el tiempo y ayuda de los vientos, se van sedimentando en la superficie, permitiendo la colonización de especies terrestres a través de las aves y otros animales. El mismo viento los mueve, dando origen a historias y relatos fantásticos sobre transformaciones repentinas en el paisaje del Iberá.