Datan de 300.000 años de antigüedad y es uno de los tesoros naturales de Cuba. Fueron descubiertas en 1861 por un trabajador del hacendado Manuel Santos Parga de forma accidental. Este las acondicionó adecuadamente y aportó los servicios de un guía con intención de convertir las Cuevas de Bellamar en centro turístico.

Hermosas hasta cortar el aliento, son un auténtico hervidero de conocimientos científicos e históricos que añadir al acervo cultural del país.

En ellas se han encontrado restos de aves y animales vertebrados de la era Cuaternaria. Por si esto no fuera suficiente, sus extrañas formaciones geológicas despertarán tu interés si eres un apasionado de la cristalografía o la espeleología.

Además de las asombrosas estalactitas, estalagmitas y helicitas que las pueblan, las Cuevas de Bellamar contienen en su interior un insólito fenómeno natural que se da sólo en ellas. Consiste en cristales macizos de calcito que cuelgan de las estalactitas y que han llamado la atención de geólogos de todo el planeta.