La Muralla que fortificó y protegió a la Habana tuvo una extensión de casi 5 km, un espesor que rondaba los 1,50 m y una altura que llegaba a los 10 metros. Se comenzó a demoler en 1863 y se extendió hasta avanzado el siglo XIX. Hay varios lugares donde todavía se aprecian los restos de la muralla. Por ejemplo frente al propio museo de la revolución y también en la cercanía de la Estación Central de Ferrocarriles.